Pese a la suba de costos, aún hay ventajas para edificar

Mercado. El aumento en los precios de los materiales todavía no absorbió la diferencia que generó la brecha cambiaria. Traccionan los inversores institucionales y particulares con dólares.

 

Durante el año pasado, la brecha entre las cotizaciones del dólar oficial y del informal abrió una ventana de oportunidad para inversores y ahorristas con billetes que querían resguardar su capital en inmuebles a construir. Y si bien el aumento en los costos de los materiales cerró algo esa ventana, no lo hizo del todo.

Según dirigentes ligados a la construcción y al desarrollismo, la recuperación evidenciada en 2020 viró hacia el estancamiento.

El índice Ceduc, que muestra la evolución de las ventas de inmuebles nuevos o a construir de los socios de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba (Ceduc), tocó piso en abril del año pasado, cuando el mercado representó 12 por ciento de lo que era en octubre de 2011 (inicio de la serie estadística). Luego se recuperó hasta que en noviembre llegó al 63 por ciento.

La brecha cambiaria activó la venta de lotes, incluso entre personas que vivían en departamentos y que, tras salir del aislamiento, buscaron una casa y espacios verdes. Pero también reactivó la inversión en inmuebles, que eran baratos en términos de dólar blue.

A partir de diciembre empezó a descender y en la actualidad, el mercado es el 35 por ciento de lo que era a finales de 2011.

“La quietud del dólar y el aumento de los costos de los materiales están empezando a conspirar contra la actividad; en el corto plazo, va a provocar un freno. A pesar de todo, la construcción privada todavía sigue siendo conveniente”, opina Luis Lumello, presidente de la Delegación Córdoba de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco).

Según Martín Teicher, vicepresidente segundo de la Ceduc, entre octubre de 2020 y marzo de este año el índice del costo de la construcción de la Camarco subió 37 por ciento. Y en abril pegó otro salto, con el aumento de 12 por ciento en el precio de la mano de obra.

En ese mismo período, el dólar informal comenzó y terminó en torno a los 155 pesos, por lo que, quien tenía moneda estadounidense, redujo su posibilidad de compra.

Sin embargo –advierte el desarrollista–, en 2017 el costo de la construcción era de 900 dólares el metro cuadrado; el año pasado bajó a 350 dólares (el momento de la mayor ventana de oportunidad) y ahora está en torno a los 500 dólares.

“2020 fue muy bueno. Este año es bueno, pero no tanto como el anterior. Aun así, continúa abierta la ventana de oportunidad, porque el costo de construir es barato y va a seguir aumentando”, añade Teicher.

Cómo es la demanda

Hoy por hoy, la demanda está reducida a particulares con ingresos variables o en dólares, como también algunos inversores institucionales que habitualmente colocan sus excedentes en inmuebles para resguardar el capital.

“El que tiene dólares y quiere hacer su casa o ampliarla, que lo haga porque es un buen momento. Pero comprar un departamento, es algo que se debe analizar bien en qué zona de la ciudad, porque las regulaciones a los alquileres complicaron el mercado”, agrega el directivo de Ceduc.

De ahí que el sector apuesta a la ley de incentivo a la construcción ligada al blanqueo de capitales, ya que genera oportunidades para la venta de inmuebles en desarrollo, sobre todo en un contexto en el que desaparecieron inversores tradicionales, como los ligados al agro.

“La vocación es venderle al usuario final, pero el asalariado no puede acceder. Así que el verdadero sostén de las operaciones desarrollistas en todos estos años ha sido el inversor. El problema es que el inversor del campo no está invirtiendo; si el año que viene siguen estos precios de las commodities agrícolas, volverá al departamento, porque es un producto que ya conoce”, resalta Pablo Balián, presidente de la Ceduc.

Para el ejecutivo, la inversión en inmuebles en construcción sigue siendo un resguardo de valor, porque en el largo plazo, asegura, supera a la inflación y al dólar. Y en el corto plazo, por los mayores costos de la construcción, también genera una ventaja para quien tiene dólares y necesita una vivienda.

“Cuando la brecha del dólar era muy grande, quien construía su casa disimulaba los errores en los costos. Ahora que la inflación empezó a impactar y que se achicó la ventana de oportunidad, la economía de escala del desarrollista puede ofrecer alguna ventaja”, apunta Balián.

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